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jueves, 22 de octubre de 2015

Mi aventura con la wifi




Con la apertura de la zona wifi en el paseo manzanillero, se me ocurrió decirle a mami que, para el cumpleaños de mi tía –su hermana-  iba a buscar una webcam para que le hiciera una video llamada. Hasta ese momento yo no sabía q          ue desde mi conexión no tenía acceso a ese servicio, que solo era desde la zona wifi y utilizando el Imo.
La idea me surgió en cuanto vi la alegría de las personas que, olvidadas de que están en la vía pública, hablan a gritos a la pantalla del celular, con una emoción indescriptible al ver a sus seres queridos acercados por la magia de la Internet. Ahí mismo fue donde me propuse conseguir una webcam, instalar un programa y conversar con la familia que vive en la otra orilla, pero me llevé tremendo chasco, cuando, con la webcam conseguida me cansé de probar, de instalar y desinstalar sin lograr nada. Hasta que alguien me comentó que no perdiera más el tiempo, que ETECSA no me permite desde mi conexión hacer video llamadas.
El problema es que ya se lo había anunciado a mami, y aunque le  insistí en que  “iba a intentarlo”, ella lo dio por un hecho y orgullosa y hasta un poquito “charlatana” decía a todo el mundo que el 13 de agosto le iba a dar una sorpresa a su hermana porque yo iba a conectar la wifi para que ella hablara. ¡En que lío me metí! ¿Cómo explicarle a mi mamá con sus 78 años de edad lo que había sucedido? Ya ella había avisado a mis primas y a su hermano para que también vinieran.

De la manera más entendible posible le expliqué que para acceder a WIFI_ETECSA tenía que tener una cuenta de acceso nauta, y una laptop,  teléfono móvil inteligente, o tableta con funcionalidad Wi-Fi.  Yo no tengo ninguna de estas cosas, pero ante la insistencia decidí intentar resolver el problema.
Llegó el 13 de agosto y casualmente uno de mis primos que vive en La Habana estaba por Manzanillo y cuando nos oyó con lo de la llamada, ofreció su celular para que la hiciéramos desde ahí. Celular resuelto. Ahora necesitábamos una tarjeta, que infructuosamente tratamos de conseguir en las oficinas de ETECSA, así que alguien nos dio la idea de acercarnos a cualquiera con laptop y negociar la conexión por diez pesos en moneda nacional. Decidido: si no hay tarjeta de ETECSA nos vamos a  buscar un particular ¡qué remedio!
A todas estas mi prima, en Miami, ya estaba al tanto de la aventura de la video llamada y emocionada por la sorpresa que daríamos a su mamá, esperaba que le diéramos los datos para la llamada, que ella sugería fuera a las seis de la tarde.
Todo estaba coordinado finalmente, y nos fuimos al paseo. Cuando llegamos, la primera pregunta fue “¿y los audífonos manos libres? Si no tienen no van a poder hablar bien”. Claro que no teníamos, lo que no es un problema, inmediatamente aparecieron varios en sus estuches a seis cuc, o sea 150 pesos en moneda nacional. ¡Y ya estábamos ahí! Mami, mi tío Paco, un poquitín más joven que mami, mi prima Tita, su hijo Gaby, Lili, y yo, la inventora. ¿Qué más podíamos hacer que comprar unos audífonos? Mi mamá feliz de que ya teníamos en la mano el celular y los audífonos, pero como definitivamente esto se había vuelto una carrera de obstáculos, no aparecía nadie que estuviera “ofertando el servicio” por 10 pesos MN, unos decían que era muy temprano, que tenía que ser después de las ocho de la noche, otros que la policía los había advertido y no querían problemas, y otro, que me imagino me vio cara poco confiable para arriesgarse y aunque yo sé que se dedica a eso, me dijo que No, que ya no estaba en ese negocio.
Después de mucho rogar, alguien se ofreció a salir en una bicicleta y comprar una tarjeta en los dos cuc que las vende ETECSA, yo la pagaba y navegábamos todos, él y nosotros.  ¡Trato hecho!
Y pasadas las seis de la tarde, casi ya las siete de la noche, sonó el ansiado timbre de la llamada y apareció el rostro de una prima que solo conocíamos por fotos dándonos el Hi, para enseguida poner a mi tía Nena. Era tanta la emoción y la felicidad de mi mamá y de todos los demás que, como por arte de magia, se nos olvidaron al instante todo lo que habíamos “sufrido” para llegar a ese momento.
Ahí mismo, como ocurre con todo el mundo, se nos olvidó que estábamos en la calle Martí, con personas que nos pasaban cerca, y otros en bancos cercanos, y empezó a pasar el celular, con manos libres incluido, uno tras otro para desearle felicidades a mi tía en su cumple y saludarnos todos. Bueno, la hora que compramos terminó con un coro a voz en cuello de “Felicidades Nena en tu día, que lo pases con mucha alegría, muchos años de paz y armonía, felicidad, felicidad, felicidad”
Final feliz.   
Y es que la llegada de la wifi a Manzanillo, y a otros 35 sitios más en el país, abrió las puertas para que cubanos y cubanas se adentraran un poquito al mundo de Internet. A mí, en lo particular, me encanta ver la calle tan animada, antes estaba siempre desolada. Ver tantos jóvenes comunicándose con el  mundo, y otros no tan jóvenes, todavía medio perplejos por la novedad, pero felices, satisfechos de ver, aunque sea solo un rato, a familiares y amigos, eso me hace feliz.
Ayer me dijeron que abrieron otra área, ahora en la calle Merchán, ¡bravo!, ojalá y poco a poco llegue a la mayoría de los lugares. De ETECSA no voy a hablar, sólo que espero mejoren sus servicios, porque ahora, dejan mucho que desear.        

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