Estos son algunos fragmentos de la conversación:
" A los diez años comencé en el Hotel Inglaterra, no como trabajador, sencillamente iba a cargar las maletas a los viajantes hasta un coche que había aquí, de un señor llamado Agustín… en el hotel había una gente muy habilidosa en los servicios que llamó mi atención, y yo me fijaba cómo trabajaba.”
"Pasaron los años y comencé a trabajar en un restaurante, era cafetería y restaurante, donde está actualmente la Academia de Ajedrez, que se llamaba “La Dominica”, era de un español… el día que la abrieron, yo fui y trabajé y por la noche el dueño me dio un sobre con lo que había ganado el día de la inauguración y me dio las gracias… yo pensé que no trabajaría más, pero uno de los empleados que me conocía habló con el español y este me mandó a buscar y al otro día empecé a trabajar allí”.
"Yo tenía mis habilidades, y al mes de estar trabajando allí, viene un matrimonio con una señora, ya mayor, a comer, y yo los atendí, la señora se fue muy satisfecha del servicio y se lo dijeron al dueño, “oye muy buen dependiente”, y el español me dijo, “usted en vez de ganar tanto, va a ganar más cuanto”, me aumentó el salario”.
Su trabajo más reconocido fue en el Hotel Guacanayabo... "todavía el Hotel no se había abierto y me mandaban a buscar de la Casa de Visita del Partido y del Ministerio del Interior, me solicitaban para atender esas personalidades cuando venían, yo recuerdo había un cocinero de apellido Brizuela, que era muy bueno y también iba, hacíamos un dúo para atender a las visitas, es decir que el primer secretario de la nueva provincia ya me conocía”
"En esa época yo no era militante del Partido, un día cuando venía subiendo la loma (calle Maceo) un compañero que había estado en una reunión del Partido me ve y me dice “oye yo no sabía que tú tenías tanto punche* con el primer secretario del Partido”, y yo le digo, yo punche ¿por qué?, y me dice, “no, porque dijo que cómo estaba la fuerza de trabajo del Hotel y le respondieron que faltaban el que va a fungir como Jefe de Salón, pero no lo quieren dar, y él dijo, ¿quién es, Roberto?, y el cocinero tampoco lo quieren dar, ¿Brizuela? Bueno, díganles de parte mía que los dos tienen que ir para allá…” y le digo yo, ¡ah!, yo no sabía eso, y en definitiva, fui para el Hotel Guacanayabo”.
"Era un privilegio grande que podía tener cualquier persona de poder atender personalmente al Comandante en Jefe, lo que hice por más de veinte años”. "Era una persona que te oía, daba gusto atenderlo, cuando venía a Manzanillo le poníamos Liseta, esa era el plato preferido de él"
No recuerda exactamente la última vez que prestó sus serviciosa gastronómicos al Comandante en Jefe pero guarda las fotos que se tomara cuando Fidel le firma su guayabera y comaprtiera con él y otros compañeros del equipo.
También me contó de su viaje a la antigua Unión Soviética junto a su hija Maritza, la llevó pues era con un acompañante y le dio el viaje a ella como regalo por sus quince años. Allá vieron ganar a Juantorena, lo que es para él un inmenso placer pue stambién le gustan y admira los deportes.
La modestia, amabilidad, elegancia, son solo algunas de las cualidades de este manzanillero que a sus 79 años de edad, es parte de la historia viva de esta ciudad mar.
El caso de Roberto y de Blanes es uno más de otro aspecto en que la imposición de Bayamo sobre Manzanillo por la NDPA implicaba el traslado del último hacia el primero de una inmensa caravana de carros, llevando dirigentes, gastronómicos, profesores, trabajadores, dada la escasez de ellos en un pueblucho de mala muerte que por obra y gracia de un dedo se convierte en la capital de una provincia.
ResponderEliminarBayamo no tenía más que unas cuantas guagüitas Girón hacia sus barrios rurales, pero le llegaba de Manzanillo una flotilla de omnibuses GM Camberra, modernas, cómodas, limpias, frecuentes y de precio módico.