Recientemente estuve en un cumpleaños de una niña donde, para satisfacción de un grupo no reducido de
adultos que por supuesto andaban con sus hijos o nietos, una pequeña de apenas
dos años tarareaba y bailaba, mientras que otras de siete y ocho cantaban todo
el tema y bailaban con una soltura admirable. Hasta ahí todo parece bien, y estoy segura que
para muchos es normal y hasta van a encontrar mi opinión exagerada, y pusiera ser cierto si no fuera por la letra de la canción protagonista de
la historia:
A mí
me gusta que me digan poesía
Al oído por la noche cuando hacemos groserías
Me
gusta un caballero, que sea interesante
Que sea un buen amigo, pero más un buen amante
¿Qué
importan unos años de más?
A mí
me gustan mayores
De
esos que llaman señores
De
los que te abren la puerta y te mandan flores
A mí me gustan más grandes
Que no me quepa en la boca
Los
besos que quiera darme y que me vuelva loca
Loca, whoah oh, oh, oh
Loca, whoah oh, oh, oh