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lunes, 5 de febrero de 2018

Eso que se llama cáncer…



Yo actualmente

Cuando detecté que tenía un pequeñito bulto en uno de mis senos, nunca pensé en el cáncer. “Ese es un quistecito de cebo”. “Eso te lo quitan de un momentico”. Fueron frases repetidas por amigos y profesionales consultados. Pero la bolita no desapareció. Creció un poquito más, y entonces mi médica de familia decidió pasarme a la consulta de la especialista en mama.
Todo iba bien. “Es una operación pequeña, ese mismo día te vas para tu casa si todo sale bien”. Y así fue, una rápida operación acabó con la bolita y un resultado de la biopsia rápida nos llenó de esperanza de que todo terminara ahí. Pero no fue así. Pasado un mes llegó el resultado de la biopsia que rectificaba el resultado anterior. “Te vengo a visitar para que asistas a una consulta porque el resultado de la biopsia no está bien”, dijo la médica de la familia, sin atreverse a mencionar la palabra cáncer.

“Efectivamente tienes un cáncer de mama”. Todavía me estremece recordar aquel día. Mientras el doctor cirujano me explicaba el procedimiento a seguir, yo no escuchaba, sólo pensaba en mi hija de catorce años. “Yo no le puedo regalar esto a mi hija para sus quince”. 
 
“Se te hace una radical de mama con vaciamiento ganglionar, luego recibes la quimioterapia, ya verás que todo va estar bien”. Los médicos acostumbrados a lidiar con la enfermedad te lo hacen ver sencillo, te dan aliento, pero inevitablemente la palabra cáncer se asocia a muerte, y el miedo por el daño que puedas hacer a quienes amas es una tortura adicional. “¿Cómo le digo a mi mamá para que no le suba la presión?, ¿Cómo le explico a mi hija para no afectarle en sus estudios y en sus ilusiones por sus próximos quince años?”
El día de los 15 de mi hija Lily, recién terminada la quimioterapia

 Entonces camino a mi casa desde el hospital, llegué a una conclusión “Que tengo cáncer es un hecho que ya no puedo cambiar, sólo confiar en la medicina cubana, en los profesionales de la salud y esperar, pero la reacción de mi familia dependerá mucho de mi actitud” Y así, decidí llegar con la mejor cara y explicar a mi mama que la bolita era un tumor maligno y había que volver a operar, pero que todo estaba bien, que no había de qué preocuparse. Le di detalles a mi niña, siempre optimista de que mi vida estaba garantizada. Nunca me vieron llorar.
Ahora ya han pasado cuatro años de la operación, cuatro años de la quimioterapia, continúo en tratamiento pero activa, trabajando, llena de sueños y proyectos, confiada de que veré a mi hija graduarse de medicina, de que la ayudaré a criar a mis nietos, feliz y agradecida por la vida.

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