Con la apertura de la zona wifi en el paseo manzanillero, se
me ocurrió decirle a mami que, para el cumpleaños de mi tía –su hermana- iba a buscar una webcam para que le hiciera
una video llamada. Hasta ese momento yo no sabía q ue desde mi conexión no tenía acceso a ese servicio, que
solo era desde la zona wifi y utilizando el Imo.
La idea me surgió en cuanto vi la alegría de las personas
que, olvidadas de que están en la vía pública, hablan a gritos a la pantalla
del celular, con una emoción indescriptible al ver a sus seres queridos acercados
por la magia de la Internet. Ahí mismo fue donde me propuse conseguir una
webcam, instalar un programa y conversar con la familia que vive en la otra
orilla, pero me llevé tremendo chasco, cuando, con la webcam conseguida me
cansé de probar, de instalar y desinstalar sin lograr nada. Hasta que alguien
me comentó que no perdiera más el tiempo, que ETECSA no me permite desde mi
conexión hacer video llamadas.
El problema es que ya se lo había anunciado a mami, y aunque
le insistí en que “iba a intentarlo”, ella lo dio por un hecho y
orgullosa y hasta un poquito “charlatana” decía a todo el mundo que el 13 de
agosto le iba a dar una sorpresa a su hermana porque yo iba a conectar la wifi
para que ella hablara. ¡En que lío me metí! ¿Cómo explicarle a mi mamá con sus
78 años de edad lo que había sucedido? Ya ella había avisado a mis primas y a
su hermano para que también vinieran.
De la manera más entendible posible le expliqué que para
acceder a WIFI_ETECSA tenía que tener una cuenta de acceso nauta, y una laptop, teléfono móvil inteligente, o tableta con funcionalidad
Wi-Fi. Yo no tengo ninguna de estas
cosas, pero ante la insistencia decidí intentar resolver el problema.
Llegó el 13 de agosto y casualmente uno de mis primos que
vive en La Habana estaba por Manzanillo y cuando nos oyó con lo de la llamada,
ofreció su celular para que la hiciéramos desde ahí. Celular resuelto. Ahora necesitábamos
una tarjeta, que infructuosamente tratamos de conseguir en las oficinas de
ETECSA, así que alguien nos dio la idea de acercarnos a cualquiera con laptop y
negociar la conexión por diez pesos en moneda nacional. Decidido: si no hay
tarjeta de ETECSA nos vamos a buscar un
particular ¡qué remedio!
A todas estas mi prima, en Miami, ya estaba al tanto de la
aventura de la video llamada y emocionada por la sorpresa que daríamos a su
mamá, esperaba que le diéramos los datos para la llamada, que ella sugería
fuera a las seis de la tarde.
Todo estaba coordinado finalmente, y nos fuimos al paseo. Cuando
llegamos, la primera pregunta fue “¿y los audífonos manos libres? Si no tienen
no van a poder hablar bien”. Claro que no teníamos, lo que no es un problema,
inmediatamente aparecieron varios en sus estuches a seis cuc, o sea 150 pesos en
moneda nacional. ¡Y ya estábamos ahí! Mami, mi tío Paco, un poquitín más joven
que mami, mi prima Tita, su hijo Gaby, Lili, y yo, la inventora. ¿Qué más
podíamos hacer que comprar unos audífonos? Mi mamá feliz de que ya teníamos en
la mano el celular y los audífonos, pero como definitivamente esto se había
vuelto una carrera de obstáculos, no aparecía nadie que estuviera “ofertando el
servicio” por 10 pesos MN, unos decían que era muy temprano, que tenía que ser después
de las ocho de la noche, otros que la policía los había advertido y no querían
problemas, y otro, que me imagino me vio cara poco confiable para arriesgarse y
aunque yo sé que se dedica a eso, me dijo que No, que ya no estaba en ese
negocio.
Después de mucho rogar, alguien se ofreció a salir en una
bicicleta y comprar una tarjeta en los dos cuc que las vende ETECSA, yo la pagaba
y navegábamos todos, él y nosotros. ¡Trato
hecho!
Y pasadas las seis de la tarde, casi ya las siete de la
noche, sonó el ansiado timbre de la llamada y apareció el rostro de una prima
que solo conocíamos por fotos dándonos el Hi, para enseguida poner a mi tía
Nena. Era tanta la emoción y la felicidad de mi mamá y de todos los demás que,
como por arte de magia, se nos olvidaron al instante todo lo que habíamos “sufrido”
para llegar a ese momento.
Ahí mismo, como ocurre con todo el mundo, se nos olvidó que
estábamos en la calle Martí, con personas que nos pasaban cerca, y otros en
bancos cercanos, y empezó a pasar el celular, con manos libres incluido, uno
tras otro para desearle felicidades a mi tía en su cumple y saludarnos todos. Bueno,
la hora que compramos terminó con un coro a voz en cuello de “Felicidades Nena
en tu día, que lo pases con mucha alegría, muchos años de paz y armonía, felicidad,
felicidad, felicidad”
Final feliz.
Y es que la llegada de la wifi a Manzanillo, y a otros 35
sitios más en el país, abrió las puertas para que cubanos y cubanas se
adentraran un poquito al mundo de Internet. A mí, en lo particular, me encanta
ver la calle tan animada, antes estaba siempre desolada. Ver tantos jóvenes
comunicándose con el mundo, y otros no
tan jóvenes, todavía medio perplejos por la novedad, pero felices, satisfechos
de ver, aunque sea solo un rato, a familiares y amigos, eso me hace feliz.
Ayer me dijeron que abrieron otra área, ahora en la calle
Merchán, ¡bravo!, ojalá y poco a poco llegue a la mayoría de los lugares. De ETECSA
no voy a hablar, sólo que espero mejoren sus servicios, porque ahora, dejan
mucho que desear.
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